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El orden de las cosas. La improvisación como práctica artística anarquista

  • Foto del escritor: PhonoGrafic
    PhonoGrafic
  • 6 mar 2021
  • 8 Min. de lectura

“La anarquía es la más alta expresión del orden”, Élisée Reclus[1]

Una ‘noción’ es la idea general que se tiene de algo, es decir, el conocimiento más elemental sobre un asunto. Así, la noción de caos nos hace pensar en la ausencia de orden, un orden que podamos intuir o descifrar a través de un ejercicio de observación y análisis. De tal modo, al no distinguir o poder corroborar esta noción, en primera instancia pensamos que nos enfrentamos a un estado caótico, sin embargo no tomamos en cuenta que ciertos órdenes se escapan a nuestra percepción. Pues no divisamos la noción colectiva, la memoria histórica y el conocimiento científico, que sumadas pueden re-situar la noción actual y de tal forma profundizar hacia un conocimiento más concreto. Eso que parecía caótico, por tanto, ahora resulta estar dentro del ‘orden’ en otro sistema, que en primera instancia no contemplamos.

Así pues, podemos comenzar diciendo que la noción de anarquismo está fuertemente ligada a la noción de lo caótico, pero entonces ¿Cómo entender la idea de orden a la que nos enfrenta Élisée Reclus? El anarquismo se fundamenta en la ausencia de un eje rector evidente. Por lo que al estar acostumbrados a la idea de seguir una cierta dirección, de funcionar de acuerdo a un director o a un grupo dirigente, la ausencia de estos se ha vinculado con la inoperancia que desemboca en un estado caótico. Entonces insisto ¿Cuál es el orden de las cosas del que habla Reclus? El principal principio del anarquismo es situar al hombre de frente a la libertad. Donde la capacidad de cada individuo de saber qué hacer con su libertad y además conciliar la libertad propia con la de los otros es el eje rector que constituye el cuasi invisible orden del anarquismo. Pero, ¿Cómo llegar a este orden? Lo anterior implica, en primera instancia, una gran capacidad de autorregulación individual y colectiva. El ejercicio de la libertad es en sí un acto transformador, modelador de individuos y de sociedades, por lo que en la medida que se ejercita va creando estructuras internas y externas construidas con base en los parámetros de la autorregulación. Entonces, ¿Cómo comenzar el ejercicio de la libertad? Como cualquier ejercicio la libertad se puede conocer en la medida en la que se experimenta, asunto interesante en sí, ya que el experimentar la libertad no es un asunto individual sino colectivo. Puesto que puede ejercerse plenamente en las comunidades en las cuales se puede ir recibiendo libertad a la vez va dejando de depender del otro para existir.

Hablar de arte y anarquía en primera instancia se puede permear de un discurso político libertario, como lo dice André Reszler en su trabajo sobre la estética anarquista:

La suerte de la estética anarquista, como la suerte de toda estética “política”, depende estrechamente del éxito o del fracaso de la ideología a que es afectada. Con el retroceso, a principio del siglo, de la ANARQUÍA como ideología del movimiento obrero internacional, se ve condenada al olvido y va a unirse, por varios decenios al menos, a la gran familia de las estéticas comprometidas olvidadas, las primeras estéticas socialistas de Saint-Simon, de Charles Fourier y de sus discípulos. (Reszler, La estética anarquista.)


Sin embargo ese no es el asunto aquí, sino más bien señalar las directrices del orden anarquista dentro de las prácticas artísticas. Cabe mencionar que este asunto es diferente a un arte meramente panfletario, ya que no se trata de usar el arte como medio para difundir una ideología, sino más bien tomar a las prácticas artísticas como medios para experimentar la libertad.

Entrando en esta materia se podrían definir diversas maneras para lograr este objetivo, ya que por ejemplo cuando practico el dibujo libre, al enfrentar la hoja en blanco, lo que sucede es que me encuentro de frente a mi capacidad de llenarla con mis contenidos, cuestión que en principio es un gran desafío, un constante cuestionarse ¿Qué dibujar? Para luego llegar a un ¿Por qué?, sin embargo con la práctica se va convirtiendo en una necesidad ya que se desarrolla la capacidad de definir gustos e intereses o en otras palabras la capacidad de expresarse y proyectarse. A este respecto cabe decir que el ejercicio de la libertad debe ser tomado no como un hecho eventual, sino más bien como una disciplina que requiere de constancia y compromiso.

Sin embargo aquí nos centraremos en la improvisación como una práctica artística que en sí misma propone una forma anarquista, dado que la improvisación sitúa al individuo frente a la libertad de actuar de forma sistemática. Ya que improvisar es responder a las circunstancias sin previo aviso, o sin una planeación muy elaborada previamente, o sea que de primer momento trasciende la existencia de un guion concreto que indique de manera estricta un qué hacer, simplemente pide una reacción ante una circunstancia dada, la improvisación deja siempre abierta la puerta al mundo de las reacciones posibles, así improvisar es responder a estímulos del entorno y a situaciones establecidas por el contexto, y lo que hace la práctica es entonces procurar que la respuesta elegida sea en gran medida la más eficiente.

Se puede decir que la improvisación es una manera de poner al individuo de forma inmediata en el aquí y el ahora, ya que el tiempo en el que se desarrolla la improvisación es el tiempo presente por lo que el problema a resolver requiere toda la atención en ese momento. También se puede decir que es un medio que facilita la expresión del individuo, ya que ‘expresión’ es aquello que emana del ser, por tanto es algo natural y fluido, durante la improvisación el acto de ser ‘yo’ encuentra también su cauce. Pero además sumerge al individuo en un proceso de comunicación dialógica, en el que capacidades como la atención, la observación y la escucha tienden a incrementarse para mejorar su capacidad de respuesta en el diálogo entre el contexto, la expresión del o los otros y su expresión misma.

Por estas razones se puede decir que la improvisación como práctica artística, también es un dispositivo que sirve para desarrollar las capacidades de autorregulación y diálogo, directrices fundamentales del orden del que habla Reclus, ya que ante la falta de un líder o director lo que queda es la capacidad individual de dialogar para negociar el bien común lo que implica en sí mismo una autorregulación que me deje disfrutar plenamente de mi libertad sin afectar la del otro.

Hay que agregar además que lo que queda de la práctica artística de la improvisación, no es un producto u obra en sí, sino más bien una experiencia individual y colectiva, que resulta ser una vivencia, por lo que la improvisación como práctica artística anarquista tomada como disciplina es una forma de vivir la vida para llegar a ese estado máximo de orden de las cosas, al que se llega por disposición orgánica, que es al que se refiere Élisée Reclus.

Cabe mencionar que el espacio de especulación y práctica de estas ideas en su mayoría ha sido el espacio escénico y el espacio docente, ya que dentro de las prácticas de la improvisación individual y colectiva con escultura sonora, ha tomado formas de concierto, sesiones, clases o talleres, a lo largo ya de por lo menos tres años. Espacios en los que poco a poco se ha generado la conciencia de que al involucrarse en el desarrollo de procesos pedagógicos al detonar procesos creativos y cognitivos, esto tiene mucho que ver con la transformación de la realidad que propone el arte, es más en la propuesta personal una de las plataformas fundamentales para el desarrollo de la propuesta artística es la plataforma educativa:

Aceptar el curriculum como una construcción cultural subjetiva, como una película, entronca con nuestra idea de reivindicar nuestra concepción como educadoras desde la perspectiva de la creación contemporánea: el trabajo de un profesor se parece cada vez más al trabajo de un artista y los paralelismos entre ambas son más adecuados que los que existen con respecto al imaginario de un profesor como técnico. Enseñar constituye un trabajo profundamente intelectual que tiene que ver con la transformación de la realidad y la dirección en la que esa realidad se transforme tiene que ver con el punto de vista que elijamos como docentes. Esta decisión nos sitúa en una brecha de ser DOCENTES REPRODUCTORES o DOCENTES CREADORES. (Acaso, rEDUvolution. Hacer la revolución en la educación, p.59)


Así pues mencionaré un ejercicio realizado por mis alumnos del módulo de improvisación del ‘Diplomado en Live Cinema & Arte Sonoro’ de la academia de San Carlos el día sábado 18 de noviembre del 2017, en este ejercicio se ve a la improvisación como un conjunto de acciones críticas consecuencia de un asunto de reflexión, se trató de una deriva que es en sí una experiencia estética artística, cuyo asunto o eje fue elegido por ellos al momento de comenzar, este ejercicio, no fue otra cosa que la ejecución de acciones críticas detonadas en la improvisación de una ruta cualquiera. Con base en esto todos los miembros del grupo nos desplazamos por el centro histórico: En primer asunto de deriva fueron los árboles, los árboles en el centro histórico y lo primero que dejó en claro la reflexión que encerraba esta búsqueda, era la dificultad de encontrar árboles en esta región específica, cuestión que de momento, en academia de San Carlos parecía muy complicado y nos hicimos a la tarea de buscarlos, asunto que rápidamente cambió nuestro parecer al descubrir que existen, si no demasiados, una buena cantidad de árboles por estos lugares, finalmente para cerrar la deriva la compañera que eligió la temática, realizó una acción crítica invitando a sus compañeros a que todos juntos abrazaron el último árbol que visitamos. Otros asuntos fueron el asumirse como turistas y así comportarse como tales e interactuar con la gente bajo esta actitud, abriendo canales de comunicación a través de tomarse fotos en lugares o con los perros que paseaban las personas, así como probar alimentos específicos, con cierta curiosidad, pero también lo fueron caminar sobre las calles de la merced con la actitud de riesgo, retando el peligro o incitándolo, preguntando por la venta de drogas y servicios de prostitutas, grabar en estas zonas e incluso tomar cerveza en la vía pública, también lo fueron buscar situaciones no comunes así como objetos y acciones que permitieron mirar con otros ojos el entorno urbano y el espacio público, la última deriva verso sobre encontrar espacios de silencio y reflexión espiritual lo que nos hizo entrar a templos e incluso participar de ritos que se celebraban, en medio del vértigo que era la cdmx un sábado por la tarde. Así tenemos juntas a la reflexión y a la acción como consecuencia de la búsqueda en una deriva, mostrando que a la crítica no se queda en un nivel teórico, ya que se refleja en acciones concretas abiertas a dialogar con su entorno. Finalmente cierro con un testimonio de una de las alumnas participante de la deriva:

En cuanto a la deriva como tal, creo que al principio estaba un tanto rejega porque íbamos a caminar un buen, pero después me latió creo que valió la pena, sabes, creo que no es tan complicado a veces solo salir de tu rutina, que esa es la reflexión, sales de tu rutina habitual para incluirse en otra en donde no sabes por dónde ir, pero sabes que estás buscando y se me hace como una analogía de la vida, así es, no sabes cómo vas a llegar pero sabes que tienes que llegar, y hacerlo en un plano micro por decirlo así y que lo hayas resuelto ese día me pareció muy bonito, y creo que hay que hacer derivas más seguido, y proponer hacer derivas con la gente que quieres y con la que no quieres, también porque igual y sale algo más cabrón. Pero creo que la reflexión de todo esto es que me apantalló, solo caminé y me apantalló, creo que reitero la idea de la vida, porque así es y quizá así siempre ha sido pero no entendemos aún que vamos a la deriva, no entendemos por donde, pero sabemos a dónde. (RosasPájaro, Bitácora 1 Deriva.)


[1] Élisée Reclus de nombre completo Jacques Élisée Reclus (Sainte Foy la Grande, Gironda, Francia, 15 de marzo de 1830 - Torhout, Bélgica, 4 de julio de 1905), también conocido como Eliseo Reclus en los países de lengua española, geógrafo francés, miembro anarquista de la Primera Internacional.

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